lunes, 13 de diciembre de 2010

AQUELLA CASA AL LADO DEL CEMENTERIO: NO BAJES AL SOTANO

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Aquella casa al lado del cementerio (1981) es un claro exponente de que una película puede sostenerse, con talento y recursos, al margen de las interpretaciones y la incoherencia del guión pese a ser una inquietante historia. Su director el italiano Lucio Fulci es todo un especialista en el cine de terror que consigue con este metraje una de las obras mas personales y turbadoras de su filmografía. Para llenar los vacíos de la trama y las lagunas artísticas de sus protagonistas, Fulci recurre, con maestría a un amplio y tenebroso repertorio de recursos cinematográficos que domina a la perfección como; efectos sonoros, “gore”, planos subjetivos, una buena banda sonora y varios logrados sobresaltos que consiguen que el principal propósito de su film, provocar miedo, este conseguido con creces. El escenario recreado para la ocasión por el italiano es casi perfecto para servir de vehículo a una película de terror; Una casa situada en medio de un cementerio que alberga un siniestro secreto en su interior. Para que el espectador no se lleve a engaños desde el mismo arranque de la película el director deja claro sus intenciones jugando con todos los elementos que confluyen en su creación, música, ruidos, sangre y planos elegidos a la perfección para atemorizar al publico en sus butacas. La acertada banda sonora no hace si no aumentar la angustia casi claustrofóbica y enfermiza que produce su visionado. Las muertes son presentadas de forma truculenta, con abundante sangre y quizás algo excesivas, recreándose en muchas de ellas de una forma casi sádica.


Partiendo de un tópico como es la llegada a una siniestra mansión de unos nuevos inquilinos, Fulci recrea las escenas en rebuscados planos y sin dejar al espectador un solo segundo de reposo.
El matrimonio formado por Norman, su esposa Lucy y su pequeño hijo Bobby llegan a una solitaria casa para investigar el misterioso suicido de su antiguo habitante el profesor Petersen, compañero de Boyle. Allí Norman descubrirá la historia del primer propietario. El macabro Dr. Jacob Freudstein que a finales del Siglo XIX llevaba a cabo macabros experimentos con cadáveres en la villa.
A destacar la exploración del sótano, eje del film, por los protagonistas donde queda mas que patente el efectivismo del que hace gala el director para crear una atmosfera apropiada. Pese a que en momentos la cinta parece transcurrir de un modo onírico, acompañado de un música que sumerge en un estado casi catatónico a los actores, el buen hacer de Fulci logra que el film consiga mantener una tensión aceptable hasta su espectacular final.
Otra escena reseñable se produce cuando la protagonista descubre una lápida incrustada en el suelo del salón y en ese momento un carnaval de ruidos chirriantes y gritos pavorosos invaden la estancia como advirtiendo que las puertas del infierno han sido abiertas…



Durante todo el film los encuentros del niño con una fantasmal compañera de juegos se suceden, aportando un matiz cinematográfico casi desconocido en esas fechas, pero que en la actualidad es utilizado en multitud de películas (El sexto sentido, Los Otros, etc), sin embargo Fulci no logra descodificar acertadamente su arriesgado planteamiento sobrenatural y en su época muy poca gente logró entender el inquietante final de la película que quedo abierto a multitud de interpretaciones.
Las pesquisas conducidas por el profesor Norman Boyle le llevan a descubrir que probablemente el Dr. Freudstein aún este vivo y permanezca oculto entre las sombras del sótano resistiéndose a morir con la ayuda de sus oscuras prácticas médicas. Mientras escucha una grabación del Dr. Petersen, cuya voz quebrada anuncia que el desenlace final se haya próximo, Fulci realiza un efectivo recorrido desde el cementerio hasta el mismísimo corazón de la mansión, el sótano. "La casa de Freudstain me atrae... me asusta... cuantos habrán caído en esta telaraña, cuantos caerán.... el olor de esta estancia me da miedo... pero me atrae el olor a sangre, cuantos caerán todavía... adelante...adelante quiero saber... quiero conocer el mal..." relata Petersen presa de un éxtasis sangriento...




Es entonces cuando Fulci revela por fin el horror de las entrañas de la mansión. Escondida tras unas paredes del sótano existe una sala de operaciones salpicada de miembros amputados, torsos desnudos y cadáveres colgados que ofrecen un espantoso retrato del subsuelo de la casa donde la familia ha estado habitando plácidamente. Mientras Norman quema la cinta a modo de exorcismo de los demonios que ha despertado, en la mansión Bobby grita despavorido cuando queda atrapado en el sótano. Su madre intenta en vano ayudarle mientras que la sombra del Dr. Freudstein camina tembloroso escaleras arriba en busca de su joven victima. Con ayuda de Norman la pareja consigue entrar en el sótano solo para ver que allí, oculto por la oscuridad y muebles desvencijados ha vivido cobijado el cadáver andante del siniestro doctor. Ataviado con su uniforme, avanza como una momia cuya piel se ha convertido en un cuero desgastado y demacrado. El Dr. Freudstein se enfrenta a los invasores de su santuario. Norman atraviesa su cuerpo con un cuchillo para comprobar, aterrado, que en su interior solo habitan gusanos y podredumbre. El médico es un putrefacto cadáver que sólo conserva un hálito de vida con ayuda de sus prácticas médicas absorbiendo la sangre y vísceras de sus victimas. Tras degollar a Norman con sus propias manos, el Dr. Freudstein consigue acorralar a Lucy y Bobby en la escalera que comunica con la tumba del salón. De nuevo la mortal acción del zombie consigue arrebatar la vida a la mujer golpeándola violentamente con los escalones. El niño presa del pánico intenta huir por una pequeña grieta que existe en la lápida. Su agresor se acerca lentamente mientras el niño consigue introducir su cabeza por la estrecha abertura. Es entonces cuando Lucio Fulci realiza un inesperado giro de guión, y la amiga fantasma de Bobby logra ayudarle a subir en compañía de una mujer. Los tres se encaminan hacia el exterior mientras el espectador reconoce que la señora que les escolta es la esposa de Freudstein, cuya tumba estaba en los alrededores de la casa. La familia Boyle al completo encontró la muerte en el sótano y al menos el espíritu del niño deambulara por la mansión para advertir a los desprevenidos curiosos que quieran habitar la casa del mal...


V. TEPES